viernes, 9 de mayo de 2008

CRONICAS AMARCIANAS


Hoy he ido al juzgado, ha sido un poco dificil encontrar la sala 6 del juzgado , en los paneles de entrada solo llegaba a la cinco, se ve que han tenido que habilitar una sala más, para atiborrar de papeles y paliar así el retraso de la justicia. Creo que una de las razones importantes de dicho retraso es el tiempo que pierden los abogados , fiscales y jueces en buscar y encontrar una toga de su talla. Algunos abogados eficientes han optado por llevarse la suya de un sitio para otro, ya que el colegio de abogados pone pocas. Cuando les miraba tan formales alli con sus togas he llegado a la conclusión de que se las ponen para que no les traspasen las maldades de los acusados, como los médicos que se ponen las batas blancas para que no les pasen los bichos.
Y para dar miedo.
Es peor que un examen oral. Te ponen allí en el estrado , te dicen que te atengas a las consecuencias si mientes y empieza el interrogatorio, menos mal que las preguntas han sido fáciles.
La jueza muy joven. La fiscal muy rigida. Mi abogado muy alto. Mi procuradora gilipollas. Quiere poner Juzgados para la violencia de género contra los hombres, para que esos pobres hombres apaleados y vejados por sus mujeres tengan un sitio donde recogerse.
Sin acritud.
Ha sido rápido.
Y ahora aquí con un pequeño momento de pánico al creer olvidada mi contraseña.
No somos nada.

Volvamos a la toga

La túnica era la prenda básica de los hombres hispanorromanos. La toga era exclusiva de los ciudadanos libres pero era tan engorrosa que sólo la llevaban siempre los poderosos, que no trabajaban. Era un símbolo de dignidad, y la llevaban los altos funcionarios y magistrados. También de lana, solía ser de tejido más fino, de forma semicircular y se colgaba sólo de un hombro cayendo hasta los tobillos, de modo que envolvía todo el cuerpo.

En cambio, en la mujer la toga era símbolo de adulterio o prostitución.

También sin acritud.