miércoles, 30 de septiembre de 2009

UN INTERRUPTOR. VAMPIRO EMOCIONAL PARTE 2. (lee primero la parte 1, justo debajo.)

Pero el genio es cobarde. No puede matar y lo sabe. Esa mirada huidiza además de ausencia denota cobardía. En el colegio siempre huyó de los niños que le llamaban cuatroojos. En el instituto permitió, entre risas, que le llamasen nenaza por su gran afición por la música. Lo que mas le dolía y aún así lo permitió es que su suegro le llamase Kawai entre risas y delante de sus hijos le repitiese una y otra vez como podía ser que su hija, abogada del bufete de mayor prestigio de la ciudad, estuviese enamorada de semejante espécimen que vivía fuera de la realidad de la vida, del fútbol, de la política, de la sociedad. Acumuló resentimiento durante años, se aisló aún más cuando su mujer lo dejó por su compañero de bufete después de ganar el juicio más mediático del año. Entonces se compró otro piano, éste de cola, dos teclados, otra mesa de mezclas, tres guitarras y empezó a contar.
Pero ahora gracias al psiquiatra y al cine se ha dado cuenta de lo equivocado que estaba en esas prácticas obsesivas que iban aplanando su vida emocional. Ha comprendido que lo que tenia que contar, almacenar y coleccionar son emociones femeninas.
Ahora sabe que necesita sexo con las mujeres para sobrevivir. No un sexo cualquiera, un sexo emocional. Es su alimento. Va de una a otra, incluso sin dejar a ninguna, para alimentarse de su emoción, de su energía y de sus deseos. Es metódico en la observación de su presa, al fin y al cabo, resumiendo, se reducen a tres: Las recién separadas heridas por el reciente desengaño amoroso, las atrapadas en un matrimonio infeliz y las jovencitas inexpertas. Todas ellas tienen algo en común: creen en el Amor. Repasa, con su gran capacidad de observación, uno a uno todos los detalles antes de lanzarse a la caza y entonces utilizando su poder psíquico, como un camaleón, se vuelve el compañero perfecto, todo lo que esa mujer-presa pudiera haber soñado alguna vez: amable, cariñoso, necesitado, comprometido, brillante, alegre. Las enternece. Cuando ella comienza a contar su vida sabe que en poco tiempo será suya.
Necesita tener la mente y el cuerpo de la mujer a su disposición, cuando alguna presa que todavía le nutre quiere escapar, quizá porque siente una presión o un vacío que no puede identificar y además le duele, sencillamente vuelve a los controles originales hasta que el vínculo se fortalece lo suficiente para que impida que la presa pueda marcharse.
Se convirtió en un Vampiro Emocional.
Hace poco, seguramente necesitado de algo de verdad en su vida encontré esta carta escrita de su puño y letra en su diario, justo al lado del Antiguo Testamento, no sé a quien iba dirigida...quizás a ti :
"Hola.
Soy el hombre que crees que te conviene, culto, amable, educado, encantador, divertido, de físico agradable, con una posición en la vida. Vamos, lo que se diría un chollo. No vas a poder creerte la suerte que tienes de haberme conocido. Ahora te sientes sola, estás vulnerable y aunque no lo quieras reconocer estás deseando amar y ser amada. Sientes que siempre lo has dado todo en el amor y has recibido muy poco. Yo te lo haré ver. Yo sé lo que quieres escuchar y yo te lo diré. Yo te voy a seducir. Voy a convertirme en ese hombre que tu quieres que sea. Te colmaré de atenciones, te trataré cómo a una reina. Voy a hacerme imprescindible en tu vida. Seguramente habrá cosas de mí que no te cuadren, pero tu desespero por sentirte acompañada las intentará borrar de tu mente. Me introduciré en tu vida, estaré presente en cada momento, llenaré tu vida de mí y poco a poco te irás quedando sola. Necesito nutrirme de tus sentimientos para poder sobrevivir. Te necesito, pero sólo por un tiempo. No es nada personal, pero llegará un momento en el que me interesarás menos o simplemente no me interesarás. Tu caudal de energía me aburrirá y necesitaré un torrente nuevo, o dos, o tres... estarás tan apegada a mi que serás incapaz de reconocer que sólo has sido para mí, como el agua para el sediento, una vez saciada la sed, encontraré miles de fuentes en las que saciarme. Hay tantas mujeres necesitadas de afecto en este mundo... Para mi no es difícil. Buscaré otras incautas. Eso no es ningún problema. Te será muy difícil olvidarme. Porque lo que vivirás junto a mi nunca será real. Ni siquiera tus sentimientos hacia mi son reales. Todo es mentira, y no te gustará reconocerlo, te quedarás llorando, intentando entender que ha pasado. Cada vez te sentirás más hundida y más sola. Y sólo podrás salir del agujero en el que te has metido, cuándo te des cuenta de que en realidad aquel del que creíste estar enamorada no existió salvo en tu imaginación. Cuándo descubras eso podrás seguir adelante, pero necesitarás tener un par de ovarios para reconocerlo. No todos estamos preparados para reconocer algo que nos duele. Y es mucho más difícil renunciar a un sueño que a una realidad. Hay que ser muy valiente, pero no sé si tú serás este tipo de mujer. Y francamente no me importa."

El psiquiatra confirmó su sospecha de que este paciente es incurable, cuando el genio perdió la cuenta de las mujeres que había vampirizado.

http://www.youtube.com/watch?v=6JAdZI5ejKQ
http://www.estudiosvampiricos.net/sexual.html
http://www.quieroquemeleas.com/escritos/vampiro-emocional

miércoles, 16 de septiembre de 2009

UN INTERRUPTOR .VAMPIRO EMOCIONAL PARTE 1.

Es el organista de la catedral y es un genio. La música invade su cuerpo y tiene que salir a borbotones, hasta vaciarse, en eternos conciertos para así dejar sitio para nuevas notas. Su cerebro está lleno de música. Y sus riñones. Y su páncreas. Y su corazón.
Todo él. Disfruta improvisando. Puede improvisar al piano durante horas si tiene imágenes delante. Navega entre los matices de la imagen mezclando los ritmos en su música como sólo lo puede hacer un genio. No lo escribe. Cada vez que lo escuchas es la primera y la última. El arte efímero. El verdadero arte. Pasa días enteros delante de su piano de cola pensando música. Su casa también es música. Hay ratos en su vida que no hace música y entonces cuenta. Cuenta las galletas del desayuno, para dividirlas exactamente entre los días del mes. Cuenta las cucharillas de uso diario para no mezclarlas con las cucharillas totales. Cuenta los centímetros que cuelga el edredón a cada uno de los lados de la cama. Cuenta los grados de desviación que tienen las rejillas de ventilación de su potente deportivo plateado. A veces calla y se ausenta para hacer un recuento de lo que le resta de contar.
Cuando ni cuenta ni piensa música lee el Antiguo Testamento, se deleita con las listas genealógicas interminables, en las que siempre se espera encontrar él en alguna, le pone música en su cabeza a las batallas fraticidas acompañadas de fenómenos inexplicables de la naturaleza, suenan sonidos agudos que le hacen abrir los ojos enormes cuando lee que alguien es pasado a cuchillo, se asusta como un niño ante los castigos terribles de la divinidad.
Pero un día el genio comprendió que no podía seguir contando.
Prácticamente había contado todo lo que rodeaba su vida, su casa, su trabajo, el parque, las subidas y bajadas de sus vecinos los lunes que eran diferentes de los martes, las de sus compañeros de trabajo... barajó la posibilidad de cambiar de número de cucharillas de uso diario para sacar un nuevo porcentaje sobre la cucharillas totales, también pensó en cambiar el número de colas "zero" que se tomaba por hora, creyó encontrar la solución si cambiaba de marca de galletas, que tuviesen distinto número de unidades y así podría sacar distintos porcentajes cada semana, contó y contó las posibilidades de cambio que eran posibles y comprobó que era imposible que cambiase nada. No podía.
Atendió a todos los consejos recibidos por su madre, sus hermanas, sus compañeros de trabajo y por fin decidió acudir al psiquiatra.
El psiquiatra, un hombre fino y acostumbrado a este tipo de cuentas le aconsejó un arsenal terapéutico compuesto de media docena de tipos de pastillas, de distintos colores y tamaños, de las cuales debía tomar distinto número cada 8 horas de cada día, lo que abría un campo de cuenta importante durante por lo menos 2 semanas y mientras tanto obligar al paciente a cambiar un hábito, solo uno, de su vida.
Sabiendo de la incapacidad del paciente de decidir que debería cambiar, el doctor lo hizo por él: le prohibió leer durante una semana el Antiguo Testamento, a cambio de ver una película de cine.
Decidió acudir a un video-club un poco alejado de su casa, ya que no le gustaba que nadie pudiera saber de él más de lo absolutamente imprescindible y decidió llevar 6 peliculas, una para cada día de la semana, ya que el domingo, dijera lo que dijera ese mediquillo de tres al cuarto, él iba a leer el antiguo testamento. Hasta ahí podíamos llegar!
Pensó el criterio que iba a seguir en la elección y decidió que si solo El día del señor iba a leer El antiguo testamento, una forma de tener presente todos los días a Él era elegir películas que empezasen por El, así sabría Él que no dejaba de honrarle a diario.
Y eligió.
- Primer día: El juramento. De Sean Penn.
- Segundo día: El coleccionista de amantes . De Gay Fielder.
- Tercer día: El perfume. De Tom Tykwer.
- Cuarto día: El silencio de los corderos. De Jonathan Demme .
- Quinto día: El viaje de Felicia . De Atom Egovan.
- Sexto día: El juego de Ripley. De Liliana Cavani.
- Séptimo día : Leyó en el antiguo testamento la entrada en Jericó .

Cuando me contaba cada una de las secuencias de las películas que habia visto sentí en su mirada que su interruptor había cambiado. Veía como temblaba de emoción al deleitarse en los detalles de la pasión que movía a los protagonistas y que hacía que éstos... coleccionasen muertes.