Se llama Pedro. Es asturiano y a primera vista ya te das cuenta de que es buena gente. Le conocí en la puerta de un convento de trinitarias de clausura al que yo iba a ver el claustro del siglo XVI y él a pedir un bocadillo. Se lo pusieron grande y de salchichón. A mí no me dejaron ver el claustro.
Me dí cuenta de que sabía lo que se hacía cuando contestó a la monja por el telefonillo ..."sin pecado concebida"...
Después de repartirnos el bocadillo, le invité a tomar unos calamares y una cerveza. Lleva 2 años en la calle, ruleteando, venia de Bruselas pasando por Gerona y se dirigía a Asturias.
Impresionaba su elegante porte, con pelo y perilla canosa y su ropa impecable y juvenil. Había vuelto hace unos años de Venezuela donde fué de joven y empezó buscando diamantes y terminó de terrateniente arruinado por unas inversiones mal hechas en periodo de crisis y de corrupción.
Ha trabajado de marino bronco en petroleros, de vigilante, de linotipista , de camionero , de...no recuerda bien y cuando vinieron tan mal dadas se juntó con otra gente y atracó. Recordaba con añoranza un rifle que tuvo que vender. Pasó por la carcel , cometieron el gran error de robar un coche a un policía y lo encontraron lleno de "material".
-¿Droga? pregunté
- No, armas.
No ha matado, a pesar de haber sobrevivido a miles de peleas. Se lo confirmó un psicólogo que le estuvo tratando, "tienes un freno que te impide llegar al final", le dijo y él recobró paz.
Cuando llega a una ciudad lo primero que hacer es ver sus museos y sus bibliotecas. Va leyendo libros a trozos y a espacios. Su pasión es la arqueología y la cultura fenicia.
Es un autentico doctor en la historia de Pelayo y la reconquista, dice que en realidad a Pelayo se la sudaba españa, pero el musumán se había llevado a su hermana y eso le hacía terrible y vengativo.
No vota, pero se define de izquierdas y una de las cosas que mas le fastidia es que entre sus compañeros de la calle no existe conciencia de clase, votan a la derecha.
Su esperanza de futuro es dar "el golpe" y vivir de las rentas, entretanto seguirá conociendo el mundo , leyendo y pidiendo bocadillos en los conventos, sin renegar de su suerte.
Cuando nos despedimos deseó que cuando nos volvamos a encontrar ojalá esté ya forrado y pueda pagar él los calamares.
Suerte, Pedro.