jueves, 4 de junio de 2009

AYER CONOCí A REMIGIO


San Remigio.Obispo.


Siempre he sido un poco afrancesada y Remigio fue el gran apóstol de los franceses. Se hizo célebre por su sabiduría, su admirable santidad y sus muchos milagros. Duró de obispo 70 años y llegó a ser famoso en toda la Iglesia.
Recién ordenado sacerdote ya era considerado como uno de los mejores oradores de su época, y cuando tenía sólo 22 años, fue elegido obispo.
El resto de su vida la empleó Remigio en instruir al pueblo y en ayudar a los necesitados, y combatir a los herejes que enseñaban doctrinas equivocadas. Dios le concedió el don de hacer curaciones y anunciar lo que iba a suceder en lo futuro. Murió en el 530.
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Mi Remigio tambien es sabio. Tiene una mirada profunda de hombre vivido con una chispa infantil que no se puede distinguir de la malicia. Uno de sus disfrutes es regodearse en las palabras llegando incluso a refocilarse , sin ellas cree imposible la ironía, el sarcasmo, las sutilezas y el condominio. Lee las recensiones de las películas. Le gusta la mesa puesta, las friegas de espalda, los masajes de pantorrillas, la tertulia pasajera y las delicias turcas.
Habla calmo y suspensivo, acostumbrado, sobre las ventoleras de pasión recalcitrante de las mujeres.
Hay una leve distorsión entre su emoción y su palabra cuando habla de la molicie, la disipación y el vagabundaje. Se intuye un casi imperceptible temblor en su mano a la búsqueda de su faltriquera al oir la palabra chaise-longe. Ese temblor poderoso te sumerge de golpe en la vie en rose.
Le gusta saber con quien se juega los cuartos, agradece perder por momentos el oremus para luego recuperarlo y para ello no rehuye las situaciones de cualquier índole y también , a veces , recapacita y se confirma a sí mismo que es un hombre entrenado en vivir.

Y quiere compartirlo.

Fué el regalo del día.

El día que conocí a Remigio.

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