jueves, 24 de mayo de 2012

CARNAZA


Siempre he sospechado que mi psiquiatra dice lo que le viene en gana, sin ningún tipo de hilazón ni racional , ni semántica. Siempre he creído tambien que si no fuese por el diván tan cómodo y con ese olor de cuero nuevo que tiene siempre y por las películas que he visto de Woody Allen, no volvería a hablar de la disolución del ego en mi vida. Seguramente me lo gastaría en gin-tonics y en bailes caribeños.
Carnaza, que soy carnaza.
Ahora me ha dicho que lea poesía que es bálsamo para el alma. Le hago caso y llevo un tiempo leyendo a Benedetti. Tengo cosas que comentarle sobre el gozo de la añoranza y el perdón de los agravios, si es que los hubiere.
Ayer llegué pronto, me gusta llegar pronto y coincidir con pacientes. La sala de espera se presta a las confidencias.
La mujer que encuentro tiene aproxidamente 35 años, lleva gafas, no va muy aseada y tiene una mirada huidiza. Tengo poco tiempo de interrogatorio y entro a saco, le planteo mis dudas sobre si realmente queremos curarnos o lo que deseamos en el fondo de nuestra alma es un pequeño alivio para seguir regocijándonos con el sentido trágico de nuestra vida.
Su respuesta es igual de rauda, abre los ojos enormes , me mira triste y lúcida a la vez, sin atisbo de duda

- Quizá el Dr. Penedlton no pueda curarme -contesta a bocajarro- me dice que  haber vivido 30 años entre las  basuras que acumulaba mi madre en casa, con mi hermano esquizofrénico y sin haber podido tener nunca amigas porque tenia vergüenza de mi vida, es grave. Que tampoco me ha hecho bien que mi marido me haya dicho que es homosexual nada más casarnos después de volver de Cuba. Pero que va a hacer lo que pueda, que confíe.

Voy a cambiar de momento de poeta. Me gusta mucho Benedetti, porque le tengo asociado al amor y a las ganas de vivir y a esas tonterías, pero ahora recuerdo que tengo en casa un libretito comprado en una libreria de viejo de Madrid que en su momento me pareció sin desperdicio.

Os sigo contando.


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