El otro día paseando por la ciudad, vi unos carteles de color llamativo en el que desde lejos se leía la palabra ADICCIONES. Me acerqué a leer el detalle y descubrí que era mi amiga la conferenciante.
Hacía tiempo que no veía a mi amiga. La distancia geográfica hace estragos. Nos vemos en contadas ocasiones a lo largo de estos últimos años, pero cuando esto ocurre recuperamos enseguida la confianza que teníamos cuando nos sentábamos juntas en el pupitre de la escuela.
Es psiquiatra. Una mujer grande, desinhibida y que siempre ha llamado a las cosas por su nombre. Se dedica, después de haber dado giros y tumbos en su profesión, al tratamiento de las adicciones.
Eran la 7 y la conferencia era a las 7:30.
Escuché boquiabierta toda su disertación. Entré solo porque deseaba verla , ya que me esperaba un discurso mil veces oído sobre la adicción al juego, al sexo, al alcohol, a las drogas de diseño..., pero no, mi amiga brillante como siempre, volvió a sorprenderme y descubrí la adicción que retroalimenta todas las demás adicciones: la codependencia.
La primera que hay que erradicar. La madre de todas las adicciones.
La codependencia se define como el ciclo de patrones de conducta, y pensamientos disfuncionales, que producen dolor, y que se repiten de manera compulsiva, como respuesta a una relación enferma y alienante, con un adicto activo o en una situación de toxicidad relacional.
En ese momento pasaron por mi cabeza mil imágenes de relaciones tóxicas, tantas, que a punto de un ataque de pánico me dí cuenta que de ésta yo no libraba y para consolarme quizá, concluí que no nos libramos nadie, ni dios.
Existen desórdenes de conducta y enfermedades que pueden generar codependencia, tales como la esquizofrenia, la violencia, el maltrato y las neurosis. Toda persona expuesta a estos desórdenes, puede desarrollar codependencia.
¿Y quien no está expuesto a una relación tóxica? ¿Quien no tiene una relación que le dé mas quebraderos de cabeza que buenos momentos? ¿Eh? ¿Quien no está expuesto a la neurosis? ¿Eh? ¿Quién? ¿Quien no tiene un padre, una amiga, un hermano, una esposa, un jefe, una amante, una ex, un/a... neuróticos? ¿Eh? ¿Quién?
Además según escuché a mi amiga, las personas codependientes cuando acuden en busca de ayuda médica, no mencionan el problema de relación que les aqueja, en muchos casos ni lo saben, por lo que los profesionales de salud encargados de hacer el diagnóstico, terminan etiquetándolo como "depresión" o simplemente "estres", cuando estos son meramente los síntomas, no la enfermedad.
Cuando estaba a punto de sacar la bolsa de papel de mi bolso y meter dentro mi cabeza para respirar anhídrido carbónico y evitar el síncope por hiperventilación, le oí a mi amiga decir que a pesar de la gravedad, la codependencia es tratable y la recuperación posible. Para ello lo fundamental es que el codependiente lo reconozca, lo asuma y ponga el foco en su propia recuperación y cuidado personal. Con ayuda.
Al terminar la conferencia, incluso antes de saludar a mi amiga, hice dos cosas: pedí cita en la peluquería y me apunté en unas hojas de inscripción depositadas en una mesa a la salida de la sala y que se encabezaban con las palabras:
CODEPENDIENTES ANÓNIMOS. PRÓXIMAS REUNIONES.
¿Vienes conmigo? jo...por favor...
lunes, 12 de octubre de 2009
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