viernes, 25 de mayo de 2012

LA TRAVESÍA.

Dejé de largo las últimas casas conocidas. Despedido por el humo denso y negro que ahora flota sobre el hombre, me adentré en la selva. Un sudor familiar, amigo de tantas escapadas, me indicó la cercanía de los árboles y de los ríos. Llegado a ellos y a las chozas de los lobos enterré mis ropas y, desnudo, entoné la canción del hombre libre. Descendí  hasta el agua y bañé mi cuerpo que no tardó en separarse sobre muchas gotas para recorrerlo todo. Pasé cerca de las larvas de la libélula, de las crías de la nutria, de los ojos fijos del lince y di de beber a mis hermanos, los lobos. La vida del guerrero, del cazador, de la pasión y de lo fluido, encontraron madrigueras, raíces, frutas. Supe también de pieles suaves y profundas. Y sabré aún mucho más.
He traido conmigo esta selva hasta aquí y no se va a dejar vencer.

Carlos J. Kaiser
"El viento en los fuegos"

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