En 1876, las empresas inglesas llegaron a la margen izquierda de la ría del Nervión en Bizkaia, para iniciar inversiones . Emplearon a 12.000 obreros y llegaron a producir 6,5 millones de toneladas anuales de hierro (la décima parte de la producción mundial). Existía gran cantidad de hierro pero el mineral que se extraía no siempre tenía la calidad que los patrones exigían. Aunque el esfuerzo para extraerlo fuera el mismo, las mezclas del mineral eran mal pagadas. Casi a diario, de cada extracción se analizaba una muestra de la que dependía el salario de los trabajadores. Los días en que el hierro extraído era de gran pureza, la paga era doble y entre los trabajadores se oía un grito que recorría toda la mina para avisar de la buena nueva: ¡Alirón! ¡Alirón!
Eran las palabras que tras el análisis, los químicos británicos habían escrito con una tiza en el mineral: All iron. ¡Todo hierro!.
Eran las palabras que tras el análisis, los químicos británicos habían escrito con una tiza en el mineral: All iron. ¡Todo hierro!.
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